domingo, 7 de diciembre de 2014

Otorgo sabor de derrota y avidez de venganza. Caín el Hermoso


Otorgo sabor de derrota y avidez de venganza
Testamento de Cain el Hermoso.

Con su voz de barítono todo queda dislocado, su acento es temido, su dicción abominable y entre sus labios transpira el temor de los que rezan con los pies atados. Algunos deambulan en el corredor de las naranjas y caminan divertidos, dando saltitos como gorriones.

En ellos confío: también esperan el día de la torna...

Ahora son convocados por las redes sociales y una columna de milicianos de occidente se ha formado para ejercer mi mandato. Disfrazados de sabios se apoderan de los desiertos: son el segundo ejercito de los Diez mil. Anábasis de los muyahidines: pronto huestes derrotadas, relatos de Jenofonte.

Su barbarie ha dejado paralizados los ojos del mundo. Con sus festejos de sangre ahora se avivan todas las tribus que esperan la profecía.

¡Ya llegaron las navajas afiladas por hábiles barberos!

En los inmensos arenales de Irak se desenfundan los aceros y sin argumentos “ejecutan las palabras”. El cuerpo se balancea en el aire y el alfiler entra en la carótida, la siega una y otra vez. La voz de Caín vuelve a repicar detrás de una capucha negra: sermón de la ira que corta el aliento en seco...

1ª nota de descarga.
En el mismo sitio, en la caja de los misterios, conviven la víctima y el verdugo, el bien y el mal, nuestro cuerpo y vuestra voluntad. Espacio donde se manifiesta todo y el juicio de los hombres queda prendido en la memoria mineral: allí transpira el señuelo de la realidad de los sueños.

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