sábado, 19 de octubre de 2013

Las dudas








Atardecer en el bosque. La Comella

El bosque
Al principio no sabía el origen de aquel abandono, no conocía el misterio de su estado, no tenía motivos para implicarme, ni malos recuerdos para olvidarla; sólo tenía una cavidad insondable en el pecho que me hacía caminar sin rumbo en aquel territorio desahuciado. Empecé a buscar información, primero por curiosidad, después con desesperación. Al final encontré un cartel colgado en la puerta del almacén; el único lugar que se mantenía intacto. Se indicaba que se vendía y se informaba de un nº. de teléfono. Una sonrisa interior me inundó el rostro y al instante, una brizna de aliento arranqué del aire; ¡era un camino nuevo! Entonces el cielo se paralizó y yo empecé a caminar dando vueltas por el bosque. Varios días deambulé por aquel escenario selvático lleno de zarzas, enredaderas trepadoras y árboles muertos. El verdor del bosque se combinaba con el tono rojizo de la tarde y las ramas secas se encendían con la luz crepuscular. Era un espectáculo asombroso, nada más bello que aquellos árboles vestidos de oro.

Aquel nuevo escenario era reconfortante, cada minuto que pasaba me invitaba a adentrarme en una aventura apasionada, en un espectáculo cargado de motivaciones al ver la naturaleza salvaje como las fuentes del misterio. Pero allí también habitaba el peligro, dos años antes, más de dos hectáreas del bosque se habían quemado y eso se sumaba a las tragedias pasadas. Pero los aspectos negativos ya no tenían peso en mi ánimo y la luz exterior, el aire del mar y el cielo resplandeciente me acompañaban en aquellos paseos por el bosque. Desde aquel momento no he dejado de vivir los impulsos de esta tierra, ni de esperar motivos de aprobación para hacer lo que se ha hecho. Caminar por sus senderos ha sido y es una manera de fortalecer el ánimo en el trayecto de mi vida. Una manera de tejer un telar interior que me ha obligado ha utilizar hilos de fortaleza. ¡A pesar de todo lo que me ha ocurrido, tengo esperanza! El pacto con la tierra ha sido una costura en la roca y se ha materializado con una de las obras más singulares; “L’anell de pedra”.

Sólo aquel casón lleno de sombras me preocupaba; restaurarlo era una labor ingente y en el trabajo físico estaba sólo. Había que remontar las piedras, hacer las vallas, reforzar los muros, arreglar los tejados, traer los servicios, rehacer las fachadas, reconstruir los lavabos, hacer el taller y montar las instalaciones; ¡todo, había que hacerlo todo! Al principio tuve miedo al fracaso y busqué complicidades, después pensé que era un tema personal y el inicio de una nueva etapa de mi vida; ¡llegaría hasta donde pudiera llegar! Un proyecto aventurado se abría ante mi y me ponía a prueba una vez más.

Un año entero estuve negociando con los Sres. que había detrás de aquel Tel. Cerrado el trato, antes de firmar en el notario, me subieron el precio. Por un momento dudé, pensé en poner una cruz encima de los pasos dados; después decidí continuar. Pensé que somos sustancia débil y el espíritu lo construimos con recuerdos. Mejor seguir adelante y quedar unido a un proyecto que ya era parte importante de mi pensamiento.

1 comentario:

  1. Hola Rufino Mesa:

    Puedes cambiar el nombre y la url del Blog Sociólogos Plebeyos por el actual nombre: Ssociólogos.

    Un saludo.

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