jueves, 24 de octubre de 2013

El incendio






Bosque quemado en proceso de regeneración. 

El incendio
Era media tarde de mediados de agosto y rondaba el año 1995. Fue todo precipitado, los que lo vieron en directo cuentan que cuando se dieron cuenta las llamas devoraban los árboles en un segundo. El fuego prendió al otro lado de la autopista Barcelona-Valencia y fue tan virulento que pasó al lado de la Comella y arrasó más de tres hectáreas de bosque. Los vecinos quedaron espantados, parecía que el mismo infierno había entrado dentro de casa y pasó mucho tiempo hasta borrar las señales producidas.
Cuando me hice cargo de la finca justo empezaban a brotar encinas, lentiscos, endrinos, acebuches, romeros, tomillo y el resto eran matojos secos y árboles muertos. A los tres años aparecieron los pinos, ellos solos se reprodujeron a miles. En cada palmo de tierra podían vivir varios, se apoyaban los unos a los otros como en un vivero. En su conjunto aquella masa verde crecía con vigor pero cada unidad era la expresión evidente de la miseria. La mayoría estaban condenados a morir y ha generar una floresta salvaje expuesta a un nuevo incendio. Ahora es el ciclo eterno de los montes mediterráneos, hasta que no se limpien como se hacía antes, los montes se consumirán en llamas.
Para aliviar la superpoblación tuve que hacer una operación atrevida; con la excavadora tracé un retícula imaginaria y limpié de matojos y plantas jóvenes el paso de la máquina. Allí donde había una encina la esquivaba, donde aparecía un olivo o árbol singular dejaba su espacio. Después aporté tierra, tapé la masa vegetal y allí donde quedaba un hueco replantaba encinas y cipreses. Así se trazó una reforestación ayudada por la aportación de tierras para tapar la roca y en algunos tramos aplanar las pendientes. Esta fue la manera de retener las aguas de lluvia y dar firmeza al suelo.
Se trazaron caminos nuevos y se crearon espacios para las obras siguiendo un discurso iniciado en los años setenta. Los bosques de la  Comella me han puesto a prueba, han sido una manera de poner en práctica muchas de las reflexiones pasadas y a su vez un debate intenso con la naturaleza. Ella ponía las normas con las rocas, los árboles, la tragedia, la luz y las tierras, yo las ideas y el juego de los abalorios…
Todo se hizo con la supervisión de los de la forestal; los agentes me mantenían vigilado y en algunos casos no estuvieron de acuerdo. Hasta llegaron a decirme que el bosque mediterráneo era así, los incendios lo regulaban...
-Aquí no se harán nunca secuoyas…-

Creo que hoy aprueban la intervención y pienso que podemos contar con ellos…

No hay comentarios:

Publicar un comentario