lunes, 4 de febrero de 2013

Concepción

Fra Angelico, La Anunciación del Museo del Prado, 1420


Concepción
Según el evangelio de Lucas, María era muy joven cuando se le apareció el ángel Gabriel y le dijo:

¡El Señor está contigo!

Así lo contó Don Miguel, el párroco de mi pueblo, fue cuando yo era un niño de seis años; ¡me acuerdo como si fuera ahora mismo! Me encontraba confundido y a la vez entusiasmado, con los ojos asombrados y el pensamiento abierto a los secretos del mundo. Nos dijo que así fue la concepción de la madre de todas las madres y lo hizo conservando la pureza original del cuerpo y del espíritu. Era un día calmado, con el viento saturado de polen y los azules repletos de buenos presagios. Nos hablaba sin cesar y para aparentar que levitaba, se subía en una tarima de cristal, así daba mayor énfasis a la narración. Ponía los brazos en cruz y miraba traspuesto hacia lo alto, como intentando perder el suelo y hacerse ingrávido. Mientras nos explicaba el evangelio nos hacía trucos de magia, hacía servir una bolita roja que aparecía espontáneamente encima de una repisa del pórtico. Aquel día hizo una evocación especial, nos hizo ver como el sol resplandecía entre los intensos azules del cielo y nos recordó que en el momento de la anunciación, el mediterráneo entero se puso a palpitar, el viento alentó las almas y las aguas se calmaron emocionadas. Fue una lección inolvidable que evoco en este instante.

Nos relató que María vivía en una casita sencilla rodeada de un jardín bien cuidado. Estaba sentada y atenta a las voces que traía el destino; pensaba en lo impreciso bajo un pórtico de delgadas columnas. En su cuello lucía un adorno pequeño con el tema de “la flor de la vida” y su cuerpo estaba cubierto con un vestido rosa y una capa azul. Justo enfrente estaba el árbol sagrado, una encina poderosa rodeada de terebintos, acantos y madreselvas. Nos dijo que el perfume de las mismas seducía el aire, también que ante María se abrió la puerta del misterio; lo dijo con los ojos consternados de lágrimas y las manos cogidas al viento; ¡para mi fue un momento extraordinario! Me hizo ver que en aquel momento se creó un instante eterno de consecuencias ilimitadas. Entonces no lo entendí y ahora lo entiendo menos; sólo me llega el encanto de una historia interminable y un poco de ternura si cambio los factores de lugar. Añadió que María se sentía turbada y a su vez felizmente resignada a su destino; la voz de un ángel le había anunciado algo entre susurros cuando fue a por agua a la fuente, después, ya en casa, una luz interior iluminó su mente y la transformó en la madre de Dios y por consecuencia en la Diosa Madre de todos tiempos.

Añadió D. Miguel:

-Un rayo invisible atravesó las pupilas de María, sus manos se cruzaron en el pecho, su cara resplandeció de pureza y una semilla sublime cayó en su vientre.

Entonces Gabriel le dijo…-

¡Salve María, llena eres de gracia!

Fue un hecho extraordinario difícil de explicar y más aún de entender siendo yo tan niño. Me dijo que el caso tuvo consecuencias universales, familiares y teológicas que todavía resuenan como cuestiones de fe. María era virgen y José no lo entendió, dudó y pensó en repudiarla hasta que Dios le ordenó en sueños …

-José, confía en tu mujer, ahora es la matriz del Espíritu Santo, dará a luz al salvador y se llamará Jesús. Regístralo en Belén y seguidamente huye con ellos a Egipto, Herodes conoce la profecía sobre la llegada del salvador y ha condenado a muerte a todos los niños menores de dos años.-

Desde ese momento José aceptó su condición de acompañante afortunado y obedeció los mandamientos; esta era la actitud de obediencia propia del pueblo judío. Así lo cita Lucas y Mateo y parece ser que todo esto aconteció el sexto mes del año 0, a, d, C.


Asombroso
Cuando me relató estos hechos quedé sobrecogido, especialmente me impresionó lo de los niños y no entendí muy bien en que consistía la concepción milagrosa de la Virgen, pero tuve una catequista (mirar entrada), que me hizo ser devoto de la Virgen y también copartícipe de su dolor. Con el tiempo he leído relatos interminables que desmienten las palabras de D. Miguel. Por ejemplo parce ser que María tuvo cuatro hijos más y algunas hijas, que perdió la virginidad con los otros embarazos, que cuando fue a casa de Isabel ella no le había dicho a José que estaba en cinta y temía ser tratada como adúltera. Isabel era madre de S. Juan bautista y esposa de Zacarías, un rabino judío que esperaba con fervor la llegada del mesías. El matrimonio ya era mayor pero también ellos tuvieron el hijo anunciador (S. Juan Bautista) por mandato divino. En aquella breve visita de caracter revelador, María no cantó el “Magníficat” ni afirmó que todas las generaciones le llamarían bienaventurada; ¡en realidad debía tener 13 años! Tampoco relató la “Anunciación”, se ha de entender que son atribuciones puestas en su boca con palabras de Lucas, 1: 26-37.  Que Herodes no realizó la matanza de los inocentes, parece ser que lo que sí hizo fue matar a tres hijos suyos en un arranque de ira. Que los reyes de oriente eran magos, quizá astrónomos adivinos que seguían el rastro de las estrellas y que la muerte de María careció de interés para la iglesia hasta el siglo IV que se celebraron sus recuerdos. Mirad si es grave el abandono que sufrió que hasta el siglo VI no se celebró la dormición de María y en el VII, el 15 de agosto se empezó a celebrar la Asunción de la Bienaventurada Virgen María. El hecho de su muerte y lugar no está constatado, es un acto de fe que no entra en discusión; ¡su tumba es apócrifa…! La Asunción es en realidad una manera de cubrir la incuria y la laguna histórica que sufría la iglesia respecto a la madre de Jesús.

Seguirá con otros vientos...

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