miércoles, 16 de enero de 2013

La emperatriz Teodora de Bizancio

Teodora de Bizancio con su séquito i la fuente de la vida. Mosaico, Catedral de Rávena.


La emperatriz
Antonina jugó un papel importante en la vida de Teodora. Era amante del general Belisario, un triunfador en las grandes batallas por mantener y ensanchar los límites del imperio, personaje con mucho poder y amigo íntimo de Justino, sobrino del Emperador con el mismo nombre. Los presentó y allí se forjó el encuentro más asombroso que pueda pensarse y que en pocas ocasiones presenta el destino. Se conocieron en una noche de juegos amorosos y se reconocieron en el ministerio de sus vidas. Para Justino fue clarividente el acto de regresión al regazo de su madre. Es un símbolo que dibujo aquí para entendernos mejor. Fue consuelo milagroso cuando Teodora le introdujo uno de sus pezones en la boca y lactó con la pasión de un niño. Justino era un hombre culto, ambicioso, religioso hasta el fanatismo y vividor hasta la insensatez, pero necesitaba el amparo perdido, la certidumbre de lo tangible. Así fue como el entonces Justino se enamoró de la prostituta más brillante de Constantinopla. La persona que había yacido con miles de hombres por un poco de dinero, ahora encarnaba en su mente el soporte que mitigaba sus temores, sin dudarlo, se cogió a él como si fuese el eje del mudo.
A petición de Justino, un año después del encuentro el emperador interrumpe una ley que prohibía el matrimonio entre prostitutas y personalidades de clase noble. Se casan y tres años más tarde es nombrado emperador asociado con el nombre de Justiniano. Unos meses más tarde muere su tío y Justiniano es nombrado emperador con 45 años y Teodora es la emperatriz consorte con 27.
Teodora era ambiciosa y no tenía suficiente con los limites de las atribuciones de su cargo, no se conformaba con la autoridad que le disponían como consorte. En su interior crecía la semilla que plantó Severo;
-la grandeza del poder se mide en los anaqueles de la eternidad-

La legisladora
Pero no todo fue tiranía y hechos lujuriosos, en los tratados de justicia que aplicó Justiniano "Corpus Juris Civilis", esta el pensamiento, el espíritu y las vivencias de Teodora encarnadas en su voz. Ella es la que ajusta los términos que tratan sobre la familia y la propiedad privada. La que definitivamente deroga la ley que prohibía la unión entre prostitutas y hombres que quisieran desposarlas. Introdujo una ley que prohibía el proxenetismo y declaró que la prostitución era una actividad que denigraba a la mujer. Castigó a los hombres que violaban, abusaban, pegaban, o abandonaba a las mujeres. Con esta ley llegó a crear situaciones de autentica venganza, ya que bastaba una denuncia verbal para que el hombre fuera directamente a la carcel.  Hace 1500 años que Teodora legisló leyes para mitigar problemas que todavía están en vigor. Dio fuerza legal a los hijos naturales concediéndoles todos los derechos de herencia tanto si son legítimos como ilegítimos.
Fuera de su labor de gobierno, Teodora desplegó una actividad frenética para aliviar el sufrimiento de la mujer. Intentó erradicar la prostitución con ayudas de reinserción social que llegaron a ser bastante eficaces. Les dio tres meses para dejar su actividad y casarse; en este caso la Emperatriz les proporcionaba una espléndida dote. Las que no escogían este camino podían ingresar en una residencia, lo hacían con todos los honores ya que allí podían auto mantenerse. A la residencia se le llamó Castillo del arrepentimiento.

La heroína
Teodora quería gobernar y lo hizo con tanta o más autoridad que el emperador. Fue cruel y ejerció impuestos abusivos para mantener sus elevadas pretensiones. En el año 532, estalló una revuelta popular especialmente sangrienta; “ El grito de "Nika!" (Victoria). Los rebeldes se hicieron con el control de la ciudad y eliminaban a los adversarios sin ningún juicio ni consideración. Quemaban y saqueaban los edificios públicos que encontraban a su paso. Así se animaron las almas hasta llegar al interior del palacio imperial como un enjambre de langostas. Llegó un momento que el Emperador dio todo por perdido, sólo conservaba unos soldados fieles y decidió convocar un consejo de urgencia. Todo indicaba el fin, los enemigos eran miles, gritaban y trepaban por los baluartes, rompían las puertas, robaban lo que podían y encendían las estancias. Justiniano se encontró vencido y el valor lo abandonó; ¡estaba dispuesto a huir!
La mayoría de los consejeros tomó la resolución de que el Emperador debía abandonar la capital y refugiarse en una ciudad desconocida del extenso imperio. En ese momento intervino Teodora, irrumpió en la sala rompiendo todas las normas protocolarias y yendo armada con su dedo índice apuntando directamente contra el consejo. No se detuvo en formulismo innecesarios y les llamó cobardes. Con voz de mando miró frontalmente a su marido y le dijo:

…aprovecha la situación actual. No es el momento de huir, incluso es inoportuna si la huida nos llega a salvar la vida. Una vez que un hombre ha nacido es inevitable que tendrá que morir, pero un emperador no puede quedar en la historia convertido en fugitivo. Personalmente creo en el viejo proverbio que dice “la realeza es una excelente mortaja."

Estas fueron las enseñanzas de Severo y la dimensión del poder que Teodora llegó a conquistar; el premio de una mortaja imperial…
Ante las palabras de Teodora Constantino sintió vergüenza por su falta de valor. Entonces notó como el pezón de su mujer se movió en la boca y una fuerza interior le devolvió el coraje perdido. Dio todo el poder militar a Conde Belisario y le ordenó que exterminara aquella revuelta. Aquella noche y los días posteriores fueron de espanto, más de 20.000 almas fermentaron el aire con el calor del sol. ¡La ciudad quedó destruida…!
Después de aquel desastre, Justiniano y Teodora idearon un sueño: reconstruyeron Constantinopla y la transformaron para gloria de Bizancio y muestra de su poder. Fue tal el despliegue de creatividad que en aquella época se convirtió en la ciudad más hermosa de oriente. Se reformaron trazados de las calles, se hicieron acueductos nuevos, puentes y calzadas imperiales y además, veinticinco iglesias para honrar a Cristo. La mayor de estas es Hagia Sofía, considerada la mayor maravilla de la arquitectura Bizantina. Hoy es uno de los museos más visitados de Estambul, museo que yo renuncié a entrar cuando era hippie; me negué a pagar una miserable entrada en el año 1973; ¡tiene su gracia, no!

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